RAZONES DE LA CUNA BARCARROTEÑA DE HERNANDO DE SOTO

El origen converso de Hernando de Soto y su nacimiento en Barcarrota

16 de diciembre de 2016

Esteban Mira Caballos.

1.-LA DISPUTA

Probablemente la cuestión más controvertida sobre el llamado conquistador de las Tres Américas sea su lugar de nacimiento, pues él jamás se refirió a su patria chica. Todas las alusiones a su naturaleza parten de terceras personas y no de su testimonio personal. Esto ha provocado que varias localidades se hayan disputado el honor de ser la cuna del célebre conquistador, fundamentalmente Barcarrota y Jerez de los Caballeros.

De Hernando de Soto, teníamos la certeza de que era hijo de Francisco Méndez de Soto y de la badajocense Leonor Arias Tinoco y que tenía al menos un hermano mayor, llamado Juan Méndez de Soto, y dos hermanas, Mencía y Catalina.

Hasta el siglo XX nadie dudó de su nacimiento en Barcarrota pues el Inca Garcilaso de la Vega, basándose a su vez en el manuscrito hoy desaparecido de Juan de Coles, aludió a su naturaleza barcarroteña: Fue el Adelantado Hernando de Soto, como al principio dijimos, natural de Villanueva de Barcarrota, hijosdalgo de todos cuatro costados de lo cual, habiéndose informado la cesárea Majestad, le había enviado el hábito de Santiago…

Desde entonces, todos los historiadores clásicos fueron unánimes a la hora de afirmar su nacimiento en Barcarrota, desde el cronista Antonio de Herrera al erudito Luis Villanueva y Cañedo, pasando por Juan Solano de Figueroa, Ascensio de Morales, Ramón Mélida, José V. Corraliza, Publio Hurtado y Constantino Bayle, entre otros

Esa certeza, nunca cuestionada antes de 1929, hizo que el 25 de julio de 1866, inauguraran un monumento al conquistador, financiado por suscripción popular, a petición del alcalde de la localidad en esos momentos, Joaquín Portella.

La polémica surgió en pleno siglo XX, a raíz de la publicación de su testamento y del expediente para su ingreso en la Orden de Santiago, así como de la edición en castellano de la obra del Fidalgo de Elvas, desde entonces la tesis jerezana ha cobrado muchísima fuerza gracias al respaldo documental.

Analicemos minuciosamente estas tres pruebas:

La primera, es su testamento, otorgado en La Habana, el 10 de mayo de 1539, pocos días antes de su partida a la Florida. En dicho instrumento afirmó que, en caso de fallecimiento, quería que lo llevasen a sepultar a la iglesia de San Miguel de Jerez, donde estaba inhumada su progenitora.

La segunda, es su expediente de ingreso en la Orden de Santiago, fechado en 1538 y cuya pesquisa se realizó en la ciudad de Badajoz. Yo siempre afirmé que el documento tuvo un defecto de forma por realizarse en esta última ciudad y no en Barcarrota o Jerez. Obviamente, todos los interrogados conocían a la perfección a su familia materna –que era de Badajoz- pero apenas sabían nada de sus ascendientes paternos. Ya veremos más adelante, que no fue exactamente un error, sino más bien una estrategia interesada del propio conquistador. Lo cierto es que de la decena de declarantes, tan sólo uno, Suero Vázquez de Moscoso, afirmó que sabía que el adelantado era natural de la ciudad de Jerez.

Y la tercera, fue la primera edición en castellano de la obra del Fidalgo de Elvas (1952), la cual terminó por afianzar la tesis jerezana, al escribir que el adelantado era hijo de un escudero de Jerez de Badajoz. Ahora bien, dicho esto también conviene observar que el Fidalgo tampoco dijo exactamente que el gobernador hubiese nacido en Jerez sino que su padre era natural de esta última localidad aunque, como luego analizaremos, tampoco esto era cierto. Así estaban las cosas cuando en el año 2003 publiqué un libro sobre Barcarrota y América en el que expuse varios argumentos en favor de la tesis barcarroteña. Mi objetivo principal fue tratar de documentar al tal Juan de Coles y encontrar su manuscrito, al que aludió el Inca Garcilaso para fundamentar su afirmación de que el adelantado nació en Barcarrota. La localización del manuscrito titulado Breve relación de la conquista de la Florida y de las hazañas de Hernando de Soto y sus sesenta compañeros resultó totalmente infructuosa.

Y realmente, es improbable que se haya podido conservar porque ya el propio Inca Garcilaso afirmó que él lo encontró en mal estado y bastante carcomido.

Lo más probable es que haya desaparecido para siempre, salvo que el propio Garcilaso se hubiese molestado en realizar un traslado. En cambio, sí conseguimos documentar al autor del citado manuscrito, a Juan de Coles El Joven. Éste era hijo de Juan de Coles El Viejo y de Luisa Rodríguez, nacido en Zafra a principios del quinientos.

Siendo aún joven se trasladó a vivir a la entonces llamada Villanueva de Barcarrota, donde se terminó desposando con una viuda del pueblo.

Años después, se enroló en la expedición de Hernando de Soto a La Florida por lo que queda claro que, al igual que el Fidalgo de Elvas, Juan de Coles, cuando escribió sobre el adelantado, no lo hacía de oídas sino que sabía perfectamente de quién estaba hablando. Y lo hacía desde una cercanía aún mayor que la del Fidalgo, pues mientras éste era portugués, aquél estaba afincado en la localidad natal del conquistador, desposado con una barcarroteña. Lo que quiero decir con ello es que la fiabilidad de Juan de Coles, cuando decía que era de Barcarrota, era mucho mayor que la del Fidalgo de Elvas, cuando afirmaba que su padre era natural de Jerez. Además, documentamos en Barcarrota a otros miembros de la familia del conquistador, especialmente al hermano del adelantado, Juan Méndez de Soto, heredero del mayorazgo familiar.

Llama la atención que el primogénito viviese en Barcarrota y no en Jerez si no es porque su linaje estaba asentado en la primera localidad. Asimismo, en la misma expedición a la Florida viajaba Diego de Soto, natural de Villanueva de Barcarrota y sobrino del adelantado que desgraciadamente perdió la vida de manera trágica, en combate, hacia 1540. Y con posterioridad, se han documentado otros miembros del linaje, como Cristóbal Méndez de Soto que, en 1612, era abogado natural y vecino de dicha villa de Barcarrota.

Las demás pruebas eran mucho más circunstanciales, como el enorme poder de convocatoria que tuvo en Barcarrota cuando reclutó a los hombres para su campaña por Norteamérica. Hasta la fecha, hemos localizado a treinta y tres barcarroteños enrolados frente a tan solo cinco que se alistaron en la ciudad de Jerez.

De Badajoz fueron nada menos que sesenta y cinco y, aunque la población de esta ciudad era muy superior a la de Barcarrota, demuestra nuevamente la gran vinculación del adelantado con aquella ciudad. En el año 2009 publiqué un nuevo trabajo en el que aporté referencias inéditas sobre su origen. El primer dinero que obtuvo en la conquista del Perú, cuando residía en Cuzco, unos 400 pesos de oro, los envió a España en 1535. Y los consignó nada más y nada menos que sus hermanos, Juan Méndez de Soto y Mencía de Soto, ambos vecinos de Villanueva de Barcarrota.

¿Cómo estaba la tesis de su origen a día de hoy? Está claro que los Méndez de Soto poseían la mayor parte de sus bienes raíces en el término de Barcarrota, localidad en la que debían poseer una casa solariega y varias fincas rústicas. A mi juicio, había pocas dudas sobre su nacimiento en Barcarrota. Pero seguía sin respuesta una cuestión: ¿Por qué el adelantado nunca se refirió a su lugar de nacimiento? Efectivamente, han aparecido varios documentos en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla firmados por él; donde otros ponían fulanito de tal, natural de… y residente o estante al presente en Sevilla, él omitía lo primero y respondía directamente a lo segundo. En su testamento, redactado en La Habana antes de partir a su expedición descubridora, ocurrió exactamente lo mismo; en casi todas las escrituras de última voluntad, como un formulismo más, se añadía el nombre del testador, señalando quiénes eran sus padres, dónde nació y en qué lugar residía. Pues bien, como de costumbre, el barcarroteño se salto el formulismo de su lugar de nacimiento para ir directamente a las cláusulas testamentarias. En las páginas que vienen a continuación demostraremos que no se trataba de un capricho personal ni de un desliz sino que respondía a una intencionalidad clara, tendente a salvaguardar su gran secreto.

SU GRAN SECRETO

Después de repensar durante largo tiempo esta problemática he encontrado una explicación plausible para dicha interrogante que de paso deja fuera de toda duda su naturaliza barcarroteña. Siempre pensé que cuando omitía su nacimiento en Barcarrota, e incluso, permitía que algunos pensasen que era de Jerez de los Caballeros lo hacía por una cuestión de prestigio. Durante años interpreté que pretendía simplemente dar un mayor lustre a su hidalguía, haciendo creer que sus orígenes estaban en la señera ciudad de Jerez y no en la pequeña villa de Barcarrota. Dada la importancia que se daba en aquellos tiempos al linaje y a la honra, había una gradación social que variaba en función de la prestancia de cada localidad. No era lo mismo ser un hidalgo de una pequeña villa rural que de una ciudad más importante como Sevilla, Badajoz, Trujillo o la propia Jerez.

Precisamente, esta última había obtenido el título de ciudad a principios del siglo XVI y poseía una importante élite nobiliaria.

Para un escudero de ascendencia nobiliaria, residir en una localidad de tanta solera como Jerez de los Caballeros –entonces Jerez de Badajoz- era un punto más de señorío.

Un caso que no es único pues, por ejemplo, la familia de Hernán Cortés, tenía la mayor parte de sus propiedades en Don Benito pero por una cuestión de prestigio residía oficialmente en la villa matriz de Medellín, desde donde se administraba y defendía todo el condado.

Sin embargo, tras leer el libro sobre los Peñaranda, dueños de la famosa Biblioteca de Barcarrota, obra del recordado Fernando Serrano, he llegado a la conclusión de que el conquistador tenía un motivo mucho más confidencial que no era otro que su origen judaico.

Hay casos muy similares, relativamente cercanos a él, como el del Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón que jamás se refirió a sus orígenes, lo que Salvador de Madariaga atribuye a una posible ascendencia judía.

Y esa misma sospecha tengo yo sobre Hernando de Soto, sobre la cual quiero argumentar en las líneas que vienen a continuación. Sabíamos de la existencia de una nutrida comunidad judeoconversa en la villa, que buscaba preferentemente lugares fronterizos a Portugal, para tener una salida fácil en caso necesario.

Recientemente, José Ignacio Rodríguez Hermosell ha publicado un interesantísimo padrón vecinal, realizado en la villa el 3 de noviembre de 1461. En él se mencionan uno a uno los nombres de todos los vecinos, entre los que se incluyen nada menos que cuarenta y un judíos o judeoconversos, equivalentes a más de un centenar y medio de personas.

Aunque probablemente no disponían de una aljama propia, al menos que sepamos, la comunidad era muy numerosa, algunos judíos practicantes y otros conversos. Pero es más, Fernando Serrano, en su ya citado trabajo, incluye entre los apellidos judeoconversos, a los Mesa, Mexía, Milano, Mangas, Fonseca, Sánchez, Méndez y Méndez de Soto.

Es decir, la estirpe del adelantado de La Florida estaba vinculada secularmente al grupo judeoconverso de la localidad. Estos linajes fueron perseguidos por la Inquisición y sus descendientes marginados de la administración, de los más prestigiosos colegios mayores, de las órdenes militares, e incluso, de determinadas congregaciones religiosas, como la jerónima. Fueron considerados linajes deicidas, con una permanente deuda de sangre. Además implantaron en España una perniciosa tradición, que en algunos sectores sociales ha llegado hasta la Edad Contemporánea, de que simplemente basta la sospecha para excluir a alguien. Los estatutos de limpieza sirvieron a los cristianos viejos para limitar la capacidad de los neófitos de acceder a las instituciones castellanas.

Es indudable, pues, que Hernando de Soto tenía una ascendencia judeoconversa por parte de padre y le interesaba silenciar lo más posible dichos orígenes. Es bien sabido que el recurso más frecuente usado por estas minorías religiosas era cambiar los apellidos, mudarse de localidad o falsear su genealogía. Hernando de Soto buscó su protección usando nada más y nada menos que los tres medios. Para empezar trocó su apellido Méndez de Soto por el de Soto a secas. Era frecuente en esta época replegar los apellidos compuestos, seleccionando el más prestigioso de los dos o el menos sospechoso.

Así se deshizo del Méndez, muy vinculado con el judaísmo en su villa natal. Bien es cierto que Juan Solano de Figueroa, que conocía bien la historia de la Baja Extremadura, lo sigue llamando en su obra por su nombre original, Hernán Méndez de Soto.

Asimismo, y para más seguridad, trató de airear lo menos posible su origen barcarroteño, especialmente cuando se hizo su probanza para su ingreso en la Orden de Santiago. El supuesto defecto de forma del que yo he hablado durante lustros, al hacerse el interrogatorio en Badajoz y no en Barcarrota, no fue tal sino una decisión bien meditada. Supongo que no tuvo demasiados problemas para compensar a Suero Vázquez Moscoso para que dijera que era natural de Jerez de Badajoz, pues además el resto de los testigos sabía tan poco de su familia paterna que no podían negarlo. En un estudio relativamente reciente, se ha puesto de manifiesto el fraude generalizado en las genealogías y en las probanzas de muchas familias nobles de España, especialmente de aquellas que trataban de esconder un origen judeoconverso.

El Fidalgo de Elvas pudo decir que era hijo de un hidalgo de Jerez, porque él no sabía nada de la familia del conquistador y se limitó a repetir lo que había escuchado o lo que Hernando de Soto había querido que creyera.

En cambio, a Juan de Coles no lo pudo engañar porque él conocía perfectamente a los Méndez de Soto, y sabía que era un linaje barcarroteño.

Hernando de Soto trataba de escamotear su pasado judaico porque, entre otras cosas, eso le hubiese dificultado el acceso al hábito de Santiago, además de acarrearle otros problemas.

Su estrategia fue de lo más simple: interrogar solo a testigos de Badajoz, consiguiendo que estos abundasen en el pasado de su familia materna, libre de toda sospecha hebraica.

En cambio, apenas supieron decir una palabra sobre la paterna, más allá de lo que habían oído o de lo que el propio Hernando de Soto había querido que supieran o que dijeran.

De esta forma, su origen judeoconverso se convirtió en el secreto mejor guardado del conquistador.

Y por si fueran pocas las pruebas aportadas sobre la ascendencia conversa de Hernando de Soto hay otro aspecto más que la confirma plenamente. Se desposó con otra conversa, Isabel de Bobadilla, hija del gobernador de Castilla del Oro Pedrarias Dávila.

Actualmente está totalmente demostrado que el abuelo del suegro de Hernando de Soto, fue Ysaque Benacar, convertido al cristianismo con el nombre de Diego Arias Dávila, que llegó a ser contador mayor del rey Enrique IV.

Y digo que confirma mi hipótesis porque era absolutamente normal que un converso se desposase con otra persona de su mismo origen, aunque tanto los Soto como los Arias Dávila negaran y trataran de ocultar dicha mancha de sangre en su linaje. Queda claro que la tesis del origen converso de los Méndez de Soto es mucho más que plausible, yo diría que segura, al igual que el origen barcarroteño de toda la familia, incluido, por supuesto, el conquistador. Y ello explicaría su comportamiento un tanto extraño en relación a su tierra natal.

Trató de disimular sus orígenes, no abundando en su nacimiento barcarroteño, e incluso tratando de difundir su origen jerezano. Ahora bien, eso lo podía hacer en Badajoz o en La Florida, pero no en su tierra natal donde todo el mundo sabía que Los Méndez de Soto eran conversos de Barcarrota. Como ya hemos afirmado, eso explicaría los testimonios errados de Suero Vázquez Moscoso y del Fidalgo de Elvas.

CONCLUSIÓN

El Adelantado de la Florida nunca dijo cuál era su lugar de nacimiento, una circunstancia que alimentó la disputa entre Barcarrota y Jerez de los Caballeros por ser su localidad natal. Todo apuntaba hacia la primera de ellas, pero algunas afirmaciones de personas poco allegadas al personaje, señalaron la segunda. El origen judeoconverso del apellido Méndez de Soto, puesto de manifiesto en los recientes trabajos sobre la emparedada Biblioteca de Barcarrota, nos ha aportado claves para interpretar sus orígenes. Ello le empujó a cambiarse el apellido Méndez de Soto, demasiado implicado y señalado, por el Soto a secas, mucho menos sospechoso. Al mismo tiempo, trató de no airear su cuna barcarroteña, para evitar cualquier vinculación con el judaísmo. De hecho, difundió hasta donde pudo su origen jerezano, algo que pudo dar por válido el Fidalgo de Elvas, que era portugués y no conocía a su familia paterna, pero no el cronista Juan de Coles, que era barcarroteño y no lo podía engañar. Y todo ese juego de engaños, de cambios de apellidos y de vecindad, tenía como objetivo escamotear su pasado converso. Una circunstancia que le podía perjudicar seriamente en su sueño de ascensión social y particularmente en la obtención del deseado hábito de la Orden de Santiago. Esta ascendencia manchada nos ha permitido entender muchas de las actuaciones del conquistador. Gracias a ello hemos podido encajar por fin todas las piezas del puzle, despejando todas las dudas sobre su origen barcarroteño.

EL ORIGEN BARCARROTEÑO DE HERNANDO DE SOTO

5 DE JULIO DE 2017

Queda claro que este origen converso explica su comportamiento un tanto extraño en relación a su tierra natal. Trató de disimular sus orígenes, no abundando en su nacimiento barcarroteño, e incluso tratando de difundir su origen jerezano. Ahora bien, eso lo podía hacer en Badajoz o en La Florida, pero no en su tierra natal donde todo el mundo sabía que los Méndez de Soto eran conversos de Barcarrota.

EL pasado año de 2016 fue una gran satisfacción para mí prologar un libro del historiador Esteban Mira Caballos que publicamos en nuestra colección Altozano, titulado ‘El secreto de Hernando de Soto y otros estudios sobre Barcarrota’. Y digo que fue una gran satisfacción porque en él se zanjaba definitivamente una polémica sobre su lugar de nacimiento que ha durado casi un siglo.

Nosotros los barcarroteños siempre lo sentimos como hijo de nuestra tierra. Aquí le honramos ya en 1866 cuando nuestros antepasados le erigieron su estatua, mucho antes de que otros pueblos hicieran lo propio con sus conquistadores y, un siglo y medio después, seguimos admirándolo como hijo preclaro de la villa. El destino ha querido que coincidiendo con el 150 aniversario de la erección del monumento, se disipen definitivamente todas las dudas sobre su lugar de nacimiento.

El citado historiador demuestra, en base a reflexiones y documentos, que su familia paterna, los Méndez de Soto, eran una estirpe de judeoconversos de Barcarrota. Sabíamos de la existencia de una nutrida comunidad judeoconversa en esta localidad, pues preferían asentarse en lugares fronterizos con Portugal, para tener una salida fácil en caso de persecución. Y entre esas familias conversas estaban los Méndez de Soto, una de las más señeras de la localidad.

Estos linajes fueron perseguidos por la Inquisición y sus descendientes marginados de la administración, de los más prestigiosos colegios mayores, de las Órdenes Militares, e incluso, de determinadas congregaciones religiosas, como la Orden de San Jerónimo. Todas estas estirpes fueron perseguidas porque se entendían que tenían una permanente deuda de sangre. Por eso se cambió el Méndez de Soto por el Soto a secas, que era menos sospechoso al tiempo que trató de disimular su origen barcarroteño, especialmente cuando se hizo su probanza para su ingreso en la Orden de Santiago. Como afirma el doctor Mira Caballos, el supuesto defecto de forma al hacerse el interrogatorio en Badajoz y no en Barcarrota, no fue tal sino una decisión muy meditada. Tampoco debió de tener muchos problemas para compensar a Suero Vázquez Moscoso para que dijera que era natural de Jerez pues el resto de los testigos sabían tan poco de su familia paterna que no podían negarlo. El Fidalgo de Elvas pudo decir que era hijo de un hidalgo de Jerez, porque él no sabía nada de la familia del conquistador y se limitó a repetir lo que había escuchado o lo que Hernando de Soto había querido que creyera. En cambio, a Juan de Coles, cuyo manuscrito usó el Inca Garcilaso para decir que era barcarroteño, no lo pudo engañar porque él residía en la villa extremeña y conocía perfectamente a los Méndez de Soto. En un estudio relativamente reciente, se ha puesto de manifiesto el fraude generalizado en las genealogías y en las probanzas de muchas familias nobles de España, especialmente de aquellas que trataban de esconder un origen judeoconverso.

Como escribe el citado profesor Mira, Hernando de Soto trataba de ocultar su pasado judaico para evitarse problemas con el Santo Tribunal. Su estrategia fue bastante simple, a saber: interrogar solo a testigos de Badajoz, consiguiendo que estos abundasen en el pasado de su familia materna, libre de toda sospecha hebraica. En cambio, apenas supieron decir una palabra sobre la paterna, más allá de lo que habían oído o de lo que el propio Hernando de Soto había querido que supieran o que dijeran. De esta forma, afirma el autor, su origen judeoconverso se convirtió en el secreto mejor guardado del conquistador.

Asimismo, existe otra prueba que confirma plenamente este origen hebraico: sus esponsales con otra conversa, Isabel de Bobadilla, hija del gobernador de Castilla del Oro Pedrarias Dávila. Actualmente, tras los estudios de Carmen Mena, está totalmente demostrado que el abuelo del suegro de Hernando de Soto, fue Ysaque Benacar, convertido al cristianismo con el nombre de Diego Arias Dávila, que llegó a ser contador mayor del rey Enrique IV. Y todo esto, como escribe Mira, refuerza la hipótesis porque era absolutamente normal que un converso se desposase con otra persona de su mismo origen, aunque tanto los Soto como los Arias Dávila negaran y trataran de ocultar dicha mancha de sangre conversa en su linaje.

Queda claro que este origen converso explica su comportamiento un tanto extraño en relación a su tierra natal. Trató de disimular sus orígenes, no abundando en su nacimiento barcarroteño, e incluso tratando de difundir su origen jerezano. Ahora bien, eso lo podía hacer en Badajoz o en La Florida, pero no en su tierra natal donde todo el mundo sabía que los Méndez de Soto eran conversos de Barcarrota.

El doctor Mira Caballos concluye que todas las piezas encajan ya en el puzle, quedando totalmente claro que nuestro pueblo fue su patria chica. Unas palabras que compartimos todos los que le hemos leído y de las que me congratulo como alcalde y como barcarroteño.

HERNANDO DE SOTO: ¿BARCARROTEÑO?

Hasta la fecha había un empate técnico entre la tesis jerezana y la barcarroteña porque ambas contaban con pruebas importantes que las vinculaban con el conquistador...hasta que apareció este nuevo documento.

25 de julio 2008

Durante siglos, la historiografía, apoyándose en la afirmación del inca Garcilaso , defendió la naturaleza barcarroteña de Hernando de Soto . Sin embargo, algunos testimonios aparecidos en el siglo XX sembraron la duda. En 1929 Antonio del Solar y José de Rújula , publicaron varios documentos originales, concretamente el testamento del Adelantado y su expediente para el ingreso en la Orden de Caballería de Santiago. Desde entonces la tesis jerezana cobró muchísima fuerza gracias al respaldo documental, siendo apoyada incondicionalmente por historiadores de reconocido prestigio, como el conde de Canilleros. En el testamento del Adelantado, otorgado en La Habana el 10 de mayo de 1539, poco antes de su partida a la Florida, no se especificó su lugar de nacimiento, pero sí pedía ser enterrado junto a su madre en la iglesia de San Miguel de Jerez de los Caballeros --entonces Jerez de Badajoz--. Asimismo, en el expediente de ingreso de Hernando de Soto en la Orden de Santiago, uno de los entrevistados declaró que sabía que el conquistador era natural de Jerez. Finalmente, con la publicación en 1952 de la obra del fidalgo de Elvas se ratificó aún más la tesis jerezana al afirmar que Hernando de Soto era "hijo de un escudero de Jerez de Badajoz".

Jerez Parecía tomar una clara ventaja a Barcarrota, cuando en el año 2003 publicamos un trabajo sobre Barcarrota y América, incorporando algunos aportes sobre su naturaleza barcarroteña, que al menos sirvieron para volver a sembrar la duda sobre su origen. Como es bien sabido, el inca Garcilaso afirmó su cuna barcarroteña, citando un manuscrito de un tal Juan de Coles , titulado Breve relación de la conquista de la Florida y de las hazañas de Hernando de Soto y sus sesenta compañeros . El problema es que no sabíamos nada ni del manuscrito ni de su autor. Para el afianzamiento de esta hipótesis parecía fundamental, en primer lugar localizar el manuscrito en cuestión y, en segundo lugar, documentar con certeza a Juan de Coles. Lo primero resultó imposible, pues ya Garcilaso afirmó que dicho original se encontraba bastante "carcomido". Sin embargo, sí que conseguimos documentar al enigmático Juan de Coles. Resultó ser natural de Zafra, acompañó a Hernando de Soto a La Florida, regresó con vida a España y se casó con una viuda de Barcarrota donde vivió el resto de sus días. Está muy claro que Juan de Coles sabía muy bien de quién hablaba cuando se refería a Hernando de Soto.

Las demás pruebas eran más circunstanciales: primero, el enorme poder de convocatoria que el Adelantado tuvo en Barcarrota, cuando acudió para reclutar hombres para su malograda expedición a La Florida. Se enrolaron nada menos que 33 barcarroteños frente a tan sólo 5 jerezanos. Y segundo, la vinculación de los Méndez de Soto a Barcarrota. En esta última localidad vivía Juan Méndez de Soto , hermano del Adelantado, y heredero del mayorazgo familiar. Pero, es más, en la misma expedición a la Florida iba Diego de Soto , natural de Barcarrota y sobrino del Adelantado, que perdió la vida en combate en octubre de 1540. Y no es el único Méndez de Soto documentado en Barcarrota, pues, en 1612 vivía en la localidad Cristóbal Méndez de Soto , abogado natural y vecino de dicha villa de Barcarrota .

Casi podríamos hablar hasta la fecha de empate técnico entre la tesis jerezana y la barcarroteña. Ambas contaban con pruebas importantes que las vinculaban con el conquistador. Y ello, porque es obvio que Hernando de Soto estuvo vinculado familiar y afectivamente a ambas, pues tenía familia tanto en una como en otra.

La prueba que presentamos a continuación no es definitiva en el sentido que no se trata de una partida de bautismo. Esta ni ha aparecido ni es probable que a estas alturas se pueda encontrar. Sin embargo, nos consta por un documento que hemos localizado en el Archivo General de Indias que, en 1534, Hernando de Soto remitió a los reinos de España poco más de un millón de maravedís. El documento junto a un amplio estudio lo presentaremos próximamente en un Congreso de Historia. Pero quería adelantar ahora algunas reflexiones: ¿a dónde y a quiénes envió el dinero?, pues ni más ni menos que a Barcarrota, concretamente a sus hermanos Juan Méndez de Soto y Mencía de Soto , ambos vecinos y naturales de dicha localidad.

Llegados a este punto, ¿cómo queda la tesis del origen barcarroteño de Hernando de Soto?, pues, bien, el documento no puede ser definitivo pero sí que afianza enormemente la tesis barcarroteña. Hernando de Soto consignó una parte de su botín a sus hermanos, vecinos, naturales y residentes en Barcarrota. Todo parece indicar que los Méndez de Soto eran de Barcarrota y allí debían tener la mayor parte de sus bienes raíces, heredados por el primogénito, el ya citado Juan Méndez de Soto. Y ello a pesar de que una parte de la familia vivía en Jerez de los Caballeros y que, incluso, sus padres y probablemente el mismo Hernando de Soto, residieron durante algunos años tanto en Jerez como en Badajoz, de donde era originaria su madre.



NUEVAS PRUEBAS SOBRE EL ORIGEN BARCARROTEÑO DE HERNANDO DE SOTO

Monumento a Hernando de Soto

MONOLITO Y MONUMENTO ECUESTRE DE HERNANDO DE SOTO

Hernando de Soto, conquistador de buena parte de Estados Unidos, protagoniza la V Visita Guiada Nocturna que repasará la historia de Barcarrota

Hernando de Soto

BARCARROTA Y HERNANDO DE SOTO

BARCARROTA Y BRADENTON (FLORIDA, EEUU), UNIDOS EN EL HOMENAJE A HERNANDO DE SOTO